TERCERA EDAD



Amarás al prójimo como a ti mismo, aconsejaba Jesús, y eso hice, por eso mi vida fue una fiesta en la que no faltó nada, ni la miseria que nos hace más humildes ni la soledad por la que nos conocemos, por eso llegué a la tercera edad en paz: La tercera edad no es mala si viviste la primera y la segunda, de lo contrario estás en problemas, ¿qué le vas a decir a Dios cuando te pregunte por qué despreciaste su regalo, la vida? ¿Qué le vas a decir a Dios cuando te pregunte por qué no escuchaste al sueño que puso en tu corazón? ¿Qué le vas a decir, que estabas ocupado, que tenías muchos conflictos? ¿Qué le vas a decir?

El secreto es hacer lo que uno ama, seguir al sueño, que al final hacemos realidad: yo quise conocer el mundo, y en él vivo, yo quise ser el dueño de mi vida, y lo soy. Al final de su vida mi madre me dijo: Voy a morir feliz porque cada vez te pareces más a lo que cantas.

Lo más creativo son las palabras. Si Dios dijo: Hágase la luz, y la luz se hizo, la vida está en las palabras, y por lo tanto la muerte, que es una continuación de la vida. Dicen los que saben que Dios creó al Universo con los números que van del uno al diez y con las veintidós letras del alfabeto, letras que Dios dibujó, pesó y combinó para que fueran las palomas y las estrellas, la sangre y los mares, entonces al Libro de Dios se lo lee caminando, viviendo su Creación, que es lo que hice siempre, por eso todo lo que cuento es de El.

Ya me lo dijo Dios a través del Salmo 110: Desde siempre y para siempre serás sacerdote, y ahora lo entiendo porque un concierto es un ritual, una ceremonia dirigida por el cantor.

Nada me preocupa porque estar presente es tan prodigioso que no hay desventura capaz de ensombrecer la fiesta, hasta el acto más pequeño de la vida me produce gratitud. Mi felicidad es el último escalón de una escalera donde conocí, gocé y sufrí todos los estados, mi felicidad es el resumen de toda una vida trajinando la escalera que, bien subida, lleva a la paz, por eso, en la vejez, soy un tejedor de alfombras mágicas que sospecha que en el Cielo todos tendremos la misma cara.

No pienso en perdurar sino en el ahora mismo, es más, estoy tan ocupado con el presente que ni siquiera hago planes para el futuro, de todas maneras, Dios debe tener algo previsto, el querido Padre que volvió a hacer un milagro conmigo.

a alegría me abre todas las puertas, hace que toda tarea sea bella y útil, multiplica mis aciertos y atenúa (por no decir perdona) mis errores. Indudablemente, la alegría siempre vence a la tristeza, es decir la ética siempre vence a la estadística. La alegría me obliga a vivir el presente de tal manera que no hay lugar para la nostalgia, que solo aparece cuando uno se distrae de la vida, que está en el presente. Estoy tan atento a la vida que no me afecta la muerte que me rodea.