LOU

El mundo, con ella, se transformaba en algo prometedor, vivamente personal; el pasado que traía consigo (que me trajo, diría ella) no era pesado ni muerto sino el responsable del presente que, con Lou, era el más bello anticipo del futuro. A través de ella, el más pequeño acto se transformaba en una aventura increíble; si algo la emocionaba, se detenía todo el tiempo del mundo.

Despedirse de Lou, aunque fuese por un día, era como despedirse para siempre, tan fuerte era su presencia. Se acercaba para rebasarme, me daba hasta desbordar; lo único que deseaba era hacerme socio de su alegría, de la vitalidad con que la distinguían y comprometían los dioses.

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